sábado, 2 de mayo de 2009

La Dejaron Estrenarse

Al fin se estrenó. Al fin la vimos. A mí me ha encantado. Hacía mucho tiempo que no veía una película de vampiros tan buena. Podría decir, casi sin equivocarme, que desde "La Sombra del Vampiro" no he visto otra mejor. Incluso la perversa "El Ansia" me gustó un poco menos que ésta, y "Cronos", aún siendo original e interesante, la veo desaprovechada, desgraciadamente.

Lo más interesante de la película es que no es una historia de vampiros. Perfectamente funcionaría si la niña no fuera una vampiresa, al menos lo más importante: la relación entre ellos, el renacer sexual, el descubrimiento.
Pero, para subrayar y enfatizar el discurso, hay vampiros. Y, por Stoker, qué vampiros. Nada de bellezas sobrenaturales fosforitos (y no sólo hablo de "Crepúsculo", que Anne Rice también tiene mucho de ese rollo); nada de maquineros fiesteros en una continua juerga sangrienta, peleándose con pistolas (en mi opinión, nada es tan cutre como un vampiro con pistolas... excepto Alucard de Hellsing). No. Estos vampiros son vampiros CLÁSICOS, vamos, los vampiros de los que todos sabemos pero que nunca vemos en las películas.

Además, están tratados con una naturalidad que los vuelve más impactantes que los vampiros que normalmente vemos en el cine. Aquí no harán un primer plano de cada uno de los poderes, para que el espectador se dé cuenta. En cambio, su naturaleza vampírica es rodada de lejos, con sutileza: no se vanaglorian de serlo, sino que lo son, y punto. Desde ese primer salto en las barras de juegos (escena sublime por lo sencilla que parece y la carga que posee de sobrenaturalidad) hasta la manifestación más intensa de su naturaleza vampírica (que no es de sus poderes, sino de sus debilidades), todo transcurre para ella como tiene que transcurrir: como si llevase pasando lo mismo cientos de años. Casi con desgana.

Gran parte de la responsabilidad de tanta maravilla en este tema la tiene el director y su elección de planos y su dirección de actores, pero otra buena parte la tienen los actores que, aún siendo niños, desprenden una naturalidad y una expresividad inquietantes (vale, el niño tiene escenas en las que parece oligofrénico, pero, leches, por alguna razón tendrán que meterse con él en la escuela); la niña, en particular, es una genial actriz (y tiene unos ojos increíbles); y, por si fuera poco, los efectos especiales. Que son tan sutiles en algunos momentos que ni parece que estén, y es así como deberían usarse los efectos especiales (¡aprende, Nolan, cómo hacer un Dos-caras creíble y torturado!).

Para algunos quizás peque de lenta, y no lo voy a negar, es una película lenta. Pero es que tiene que ser así, tiene que ser nieve posándose en el espectador hasta el clímax final. Una grandísima película que merece ser vista con la mente abierta.

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