Soy hoy explorador que, sin más armas que mi experiencia en terrenos similares, se adentra desarmado en tierras cuya cartografía no conozco, vírgenes en lo que a mí respecta. No son desconocidos parajes en los que soy pionero, ni mucho menos. No es ese tipo de expedición en la que me embarco.
Más bien es el aterrizaje a un país desconocido, cuyo nombre apenas sabes pronunciar, y del que no tienes referencia ni siquiera de la extensión de sus fronteras. No conozco el idioma, ni las costumbres, ni los modos, ni las tradiciones.
Cuento, no obstante, con un billete de vuelta, una cláusula de fuga. No es muy valiente, ni propio de ningún aventurero, pero soy firme creyente de que los aventureros que pasan a la historia son aquellos que sobreviven para descubrir más cosas.
Puede que mi vida no parezca muy comprometida. Pero nunca se sabe.
La cuestión es esta. ¿Alguna vez os habéis enfrentado a lo Desconocido, lo habéis mirado a la cara, y, sin haber buscado algo de información al respecto, os habéis tirado de cabeza hacia ello? ¿Alguna vez os habéis comprado una entrada para una película de al que no habéis oído ni hablar, y os habéis sentado en la sala del cine sin saber qué ocurrirá?
Voy a empezar a leer un libro. Lo cuál podría no ser considerado tan emocionante como lo anterior predica. Para aquel que así opine, le recomiendo que lea otra cosa, y no este artículo.
El libro es un ejemplar antiguo, de piel blanca amarilleada y carnes ásperas con olor a desván. En su portada sólo puede leerse el título, en letras itálicas, grabadas en dorado. En el lomo, y en una franja de un azul intenso, el nombre del autor en mayúsculas. No tiene sinopsis, posiblemente por tratarse de uno de esos libros considerados "clásicos", de los que parece innecesario añadir el argumento, pues todo el mundo debe conocer. El editor parecía no haber previsto mi ignorancia.
Ya desvelo más datos. El autor sí que lo conozco, y he leído un par de relatos suyos, es Guy de Maupassant, nombre a conocer por todo auto-considerado gótico que, en cambio, nunca ha conseguido atraerme tanto como otros autores del género. La obra es "Bel Ami". Esas palabras, subrayadas por un asterisco, son lo único que sé de este libro. Jamás oí hablar de él (me declaro culpable de ignorancia) hasta verlo aparecer por casualidad en un acto de arqueología bibliotecaria. No he buscado información acerca de su argumento, ni siquiera tecleado su nombre en la wikipedia. No.^
¿Por qué estropear la diversión?
Es decir, me encuentro ante un libro que tan sólo me deja ver un nombre enigmático, incomprensible por ahora. Es un enigma en esta era de la información, una puerta a algo que me es completamente ajeno. ¿Cómo iba a pervertir, a mancillar ese regalo buscando su argumento, personajes, y opiniones por la red?
Hoy lo abriré por primera vez. Aspiraré su aroma a desván. Recorrerán mis ojos su tipografía anticuada. Y me sumergiré en el misterio que me he autoimpuesto. Puede que me decepcione, que me haga cerrar el libro en apenas veinte páginas (mi cláusula de rescate), y me dirija a lecturas más convencionales. Pero a pesar de eso, el mero hecho de la exploración inicial valdrá la pena.
Deseadme suerte.
Os contaré las novedades cuando surjan.
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