Doble sesión de películas:
Pesadilla Antes de Navidad 3D
La película de Henry Selick apenas necesita presentación. Basándose en un poema del rarísimo Tim Burton (aunque su rareza ya nos sea familiar), y con la música del más tenebroso Danny Elfman, este musical animado mediante Stop-Motion es ya un clásico del cine.
Su historia es mucho más compleja de lo que los cuentos clásicos infantiles suelen ser, ahondando mejor que ninguna película con este público objetivo en la búsqueda de la propia identidad, en la desazón de la rutina, en el terror a la soledad. El triste canto de Jack nos conmueve, y nos da una dimensión de este personaje, agobiado por una fama que no busca, solo en su trono, deprimido por sentir que no va a ninguna parte, que su vida es un círculo eterno de Halloween tras Halloween. Por otra parte, Sally es un personaje encantador, desde su naturaleza como muñeca de trapo llena de hojas secas, hasta su amor inconfeso por Jack, y su inseguridad, siendo una adolescente eterna. Pero eso sólo son los protagonistas, y si algo destaca en esta película son los secundarios. Porque todos tienen su momento, todos tienen su frase, todos tienen su carácter y su escena. Desde las brujas de horribles narices, los cuatro vampiros protegidos del sol por sus paraguas, el hombre lobo, el payaso tenebroso, el demonio, el alcalde (¡Sólo soy un funcionario electo! ¡No puedo elegir por mí mismo!), los niños (la momia, la gárgola y el niño de ojos cosidos), el zombie pegajoso, la sirena de la laguna, el cuarteto de músicos ambulantes que se dedican a tocar las canciones de los personajes... Y más relevantes, el científico loco de cerebro descapotable, tan inquietante y oscuro, y a la vez tan carismático; los tres niños cabrones, que tienen que caerte bien aunque sean unos joputas de cuidado; y Oogie Boogie, el que podría considerarse "malo oficial", con su afición por el juego y los bichos.
Las canciones son un acierto, aunque a veces la traducción española quede un poco corta, otras veces clava la rima y la idea. Son pegadizas (DEMASIADO pegadizas), y acompañan unas imágenes fabulosas. Porque el nivel de detalle que Selick imprime a sus películas llega a ser obsesivo. Desde el más recóndito lugar de La Ciudad de Halloween hasta la montaña más alta de la Ciudad de la Navidad, todo el universo de esta película está tratado con un mimo compulsivo, dando vida a los personajes y a su escenario. Mi escena favorita siempre ha sido la canción de Oogie Boogie, tan llena de detalles brillantes, con esos colores fluorescentes y los esqueletos cantarines, tiene una fuerza visual brutal.
No he dicho nada, aún, de la adaptación 3D. Bien, es que el verla de nuevo en el cine hace que toda la película vuelva a ti, de una forma tan intensa y maravilosa, tan llena de detalles, que la vuelves a apreciar como el primer día (o quizás más). Por su parte, el 3D y la remasterización no cambian un fotograma, pero lo cambian todo. No es el típico 3D buscado para que los personajes se coman al espectador, sino un 3D que le da varios planos a la película de profundidad, sólo en las escenas en las que esta es necesaria, y está llevado con un cuidado enorme. Pareciendo de repente que estamos ante un libro de recortes, los detalles que podrían haber pasado desapercibidos se hacen poderosos y brillantes, y el conjunto remozado gana en calidad. La canción de Oogie Boogie, la de Jack, la investigación de Jack sobre la Navidad... todo toma un nuevo cariz. Merece la pena, vamos.
Resumiendo, la mejor película en Stop-Motion rodada, ante la cuál "La Novia Cadáver" queda en un segundo plano discreto a pesar de las mejoras técnicas, y "James y el Melocotón Gigante" un poco limitada. Ante películas así, solo monstruos del cine de animación, como Ratatouille o Wall-e, pueden compararse; y por extensión, supera el plano de la animación para convertirse en una de las grandes películas, sin importar el medio o el género, de los últimos veinte años. A la espera de que Coraline se quede cerca de la altura de esta (que, por lo que se puede ver en los "Cómo se hizo" (que se pueden ver aquí: www.coraline.com ), tiene muchas posibilidades).
El Intercambio
La película de Clint Eastwood no me llamaba demasiado la atención al principio. El drama como telón de fondo, la angustia prometida, y el hecho de basarse en sucesos reales (que influye, y mucho, en este tipo de películas, y esta no es una excepción) eran argumentos más que suficientes como para provocarme un leve rechazo. Pero le di una oportunidad.
Al comienzo de la película ya se nos muestra el que es uno de los grandísimos placeres del film: la sugerente fotografía. Trasladados con gran maestría al tiempo escogido, con unos tonos apagados (casi blanco y negro al principio) en el que los colores puros brillan con una fuerza insuitada, en especial el rojo, dando al conjunto un carácter tenue y hermoso.
Aparece entonces Angelina Jolie, y no se puede decir mucho más de lo que se ha dicho de ella en cuanto a su belleza. La estética y la ropa hacen de la actriz una dama hermosa, que enamora con cada mirada. Además, su personaje destila una enorme fragilidad, un deseo casi constante de abrazarla y protegerla, tanto que cuando, en una escena particular, se nos muestra por fin la fuerte espalda que la actriz posee (y que hemos visto en tantas películas de acción) sorprende y contrasta brutalmente con la delicadeza que irradia. Es en esos hombro donde descansan el peso interpretativo y narrativo de la película, peso que sostienen sin ningún tipo de problema, llegando a conmover, inquietar y llenar de su misma ansiedad al espectador. El resto del elenco interpretativo está sobresaliente, igualmente. John Malkovich está sorprendentemente comedido, muy encajado en su papel. En cuanto al principal oponente interpretativo de la Jolie, Jeffrey Donovan, es un actor cuyos pequeños ojos le restan mucha expresividad, pero que compensa con una habilidad innata para las sonrisas irónicas, y que borda su trabajo. El guión es intenso y duro, mucho más intenso y duro de lo que puede parecer al principio, y esa misma introducción de la dureza, como un hachazo en un mundo de idílica fotografía, llega al interior del espectador tan profundamente que hasta el miedo del monstruo se contagia. Hay escenas brutales en el más amplio sentido de la palabra: tanto por la brutalidad mostrada, como la fuerza que exhalan, atravesando la pantalla e incidiendo en el espectador.
El plano negativo es anecdótico, pero existe. Por una parte, y debido a su carácter basado en hechos reales, tiene el mismo problema que todas las películas del estilo: la resolución de la película se atropella en una consecución de falsos finales, que afortunadamente es solventada por la importancia y la fuerza que cada una de estas cortas escenas tiene, y por un final bien escogido.
Y lo segundo, ya en un plano más personal, la escena de la "salvación milagrosa" está fuera de tono en una película tan dura y realista.
Definitivamente una grandiosa película gracias a una fotografía hermosa, un guión magnífico y una actriz que impresiona por su belleza y por su buen hacer.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Supongo que soy una hereje, pero era demasiado pequeña cuando vi "Pesadilla antes de Navidad"; las canciones me aburrieron y me temo que no entendí una higa, por lo que cuentas en tu crítica.
Hay una cuenta pendiente con Tim Burton...
Saludos y buenas letras
La herejía, por estos lares, es pan nuestro de cada día, así que no dudes en manifestarla.
El entender o no una película es subjetivo. A mí me llega ese mensaje, pero puede que sea yo quien no está entendiendo una mierda.
Te recomiendo, sí, que la vuelvas a ver, y que opines de segundas.
Por cierto, gracias, tú también tienes buenas letras, aunque no haya podido comentarlo allí.
Publicar un comentario