miércoles, 2 de noviembre de 2011

El Monstruo En Mí (1)

Hace relativamente poco, José Ignacio Becerril Polo, más conocido como Nachob, durante la presentación de "El Monstruo En Mí" y ante la pregunta cruel y sin compasión de cierto personajillo del público comentaba lo importante del feedback para un autor.
Porque un autor debe escribir porque necesita escribir y para sí mismo y todo ese rollo. Pero es el feedback con su público el que le hace mejorar, le hace pulir esos pequeños detalles que aún le fallan, le ensanchan el ego en los momentos bajos y le dan una cura de modestia cuando lo necesita.
En definitiva, el feedback es la corriente que pule al autor.
Por eso, cuando Nachob me firmó su libro me resultó imposible no tomar una decisión. Y además, por si fuera poco, antes de despedirme de él se lo prometí.
Y el hombre que da su palabra debe cumplirla. O al menos intentarlo hasta la muerte.

¿Y qué le prometí? Pues queda claro: reseñar "El Monstruo En Mí". ¿Fácil? Ni por asomo. Porque ahora me encontraba en la tesitura de tener que leérmelo entero. ¿Y si no me gustaba? ¿Y si me aburría desde la primera página?
Pero no sólo eso. Una especie de código de honor jamás escrito me obligaba a escribir una reseña sincera. Es más, él mismo parecía exigirla en su presentación. Por todos los dioses antiguos y nuevos, ¡sincera! ¿Y si era una bosta de vaca pinchada en un palo? ¿Y si no merecía la pena el papel en el que estaba impreso?
Bueno, eso último no iba a pasar porque, seamos sinceros, la gente de Saco de Huesos tiene buena iniciativa pero no es gilipollas, y no iban a publicar un mal libro.
Pero, ah, terrible duda, ¿y si no me gustaba? Me ponía en el compromiso de decirle no ya a la cara si no, peor, en el fuorum público de internet al señor Nachob "Mira, Nachob, todo fantástico pero, mejor, dedícate a plantar habichuelas."
Que es fácil si uno no conoce al autor (ejemplo práctico: "Dan Brown, todo fantástico pero, mejor, dedícate a plantar habichuelas.") Pero con Nachob había compartido cervezas. ¡CERVEZAS! Por los siete círculos del Infierno, si insultar a alguien con quien uno ha tomado cervezas no está penado con la fulminación instantánea rayo de Júpiter mediante es que estamos rezando a los dioses equivocados.
Pero en fin, la cosa ya era inevitable. Había hecho una promesa y debía cumplirla.
Así que, por hacer honor a los relatos antes de que desaparezcan fugaces de mi terrible memoria, me pongo a reseñar en capítulos "El Monstruo En Mí". Cada capítulo contendrá los relatos que me ha dado tiempo a terminar en el día, así que si un día voy en transporte público y me da tiempo a leerme cinco relatos, ahí estarán, y si otro día estoy más vago que el sastre de Tarzán y no me leo ninguno, os quedáis sin dosis.
Así de cruel es la voluntad de quien escribe.
Finalizando ya este prólogo inecesariamente largo, ahí tenéis el primer fascículo.


TÍTULO El Monstruo En Mí
CULPABLE José Ignacio Becerril Polo (alias "Nachob")
AÑO DE EDICIÓN 2011
EDITORIAL Saco de Huesos
GÉNERO Fosco, por supuesto
CATEGORÍA Antología de Relatos

SINOPSIS Dentro de nosotros hay un monstruo que se oculta, que acecha, que teje retorcidas elucubraciones para justificar sus más bajos instintos. Que cuenta cuentos macabros y se ríe como una vieja. José Ignacio Becerril Polo quiere mostrarte al monstruo que hay en él. Sin subterfugios. Sin disfraces. En toda su crudeza. ¿Te atreverás a mirarle sin apartar la vista?

ANTECEDENTES PENALES DEL CULPABLE Zaragoza, 1966. Padre de familia feliz y escritor aficionado muy aficionado a escribir, lleva desde el 2006 publicando y compartiendo sus cuentos e historias en diversas páginas de Internet con mayor o menor fortuna. Ha tratado de participar también en el mayor número de certámenes, antologías y publicaciones que ha podido, con relativo éxito. En todo caso no se puede quejar porque el viaje ha sido divertido y ha conocido muy buena gente.
También como resultado de su primer año de literato se auto regaló un recopilatorio de relatos titulado Un Año De Palabras, que a juicio de sus selectos lectores tiene casi tantos aciertos como ausencias de tildes. Además del libro que tienes en tus manos, tiene pendiente de publicar otra antología: De Hombres Y Monstruos, con la editorial AJEC.

LA CIUDAD INHABITADA

Con este pequeño relato dividido en partes y capítulos y con epílogo y todo nos da la bienvenida el bueno de Nachob.
Si bien puedo adelantar que el final me resultó algo predecible a partir de cierto punto (aproximadamente entre el segundo tercio y el tercer cuarto), no es menos verdad que la culpa la tuvo cierto relato corto que leí hace años con una premisa semejante.
Que por cierto también me resultó predecible a partir de cierto momento porque yo mismo había estado a punto de parir una idea semejante.
O lo que es lo mismo, que dudo mucho que otro lector con semejantes antecedentes en su haber de muñecas rusas encuentre predecible el final de esta historia. Pero, más importante de todo, de entre todas las versiones de esta misma historia que he tenido el placer de leer mi favorita es la de Nachob, y eso que se tiene que enfrentar con uno de mis hijos no-natos, con toda la potencialidad que éstos tienen, así que no es moco de pavo ni mucho menos.
Ya sin dar tantas vueltas absurdas al tema, cuatro escenas aparentemente inconexas demuestran ser parte de un mismo cuadro observado a través de un prisma de extrañeza. Poco a poco, el horror va impregnando hasta el ambiente más bucólico, dando lugar a la pesadilla y la desesperanza con una maestría que produce escalofríos.
Sólo le puedo achacar que no me gustan nada ciertos detalles del epílogo, demasiado, como decirlo, vinculantes con el relato. Nachob y aquellos que me lean sabrán a qué me refiero.

DE SUEÑOS Y MONSTRUOS

He de ponerme serio y declarar firmemente que este relato no me ha gustado. Y no por ningún problema técnico, que el lenguaje usado es perfecto y la historia fluye de una forma orgánica y bien estructurada. Tampoco por los personajes, ya que empatizo de forma natural con ella desde sus primeras palabras y me impresiona en su lenguaje y su fuerza él, lleno de carisma. Si quieres que me ponga tiquismiquis, el epílogo no me termina de agradar, pero quizás sea porque éste cumple la función de recoger los preciosos retazos de personalidad que había dibujado Nachob y ponerlos al servicio de la historia.
Y es que lo que no me gusta es la historia. No me ha gustado nunca esta historia. No, no me refiero a que hubiera leído antes el relato de Nachob y luego me lo hubiera encontrado aquí, como de improviso, como un conocido un tanto inaguantable al que de repente te encuentras por la calle. Es el trasfondo, no pocas veces usado en la literatura de terror, que ha servido como excusa para cientos de historias. Algunas mejores que la versión de Nachob, la mayoría peores.
Pero en todos los casos, me producen un absoluto rechazo estético, quizás por encontrarlos, digamos, demasiado simplificados.
A lo mejor el problema soy yo, que quiero ver complejidad donde no debe haberla. Y sin "a lo mejor".
Pero como para gustos colores y a mí el que me gusta es el octarino... Ahí queda eso. Un gran relato que no me gusta nada.

TODO ESTÁ HECHO

De igual modo, este relato te hace imaginarte el final como uno de los posibles. El juego del autor, con gran maestría, nos confunde al principio pero no con maldad.
Es frecuente, desgraciadamente, que el autor se ponga intelectualmente por encima de sus lectores confundiéndolos de forma perniciosa. Lo único que se consigue con eso es que el lector se sienta insultado y odie al autor.
Pero Nachob no incurre en ese error ni mucho menos. Todo lo contrario, si confunde al lector es simplemente para intensificar la experiencia, dar un nuevo gusto, una nueva tonalidad, a un color no desconocido, ni mucho menos.
Las descripciones de este autor aquí cobran una importancia absoluta, perfilando todo cuanto acontece en esta historia de un modo tan plástico que si cerrásemos los ojos posiblemente veríamos algunas de las escenas flotando delante nuestra.
Y entonces los abriríamos sin remedio, pues no son escenas que sean agradables de ver.
No obstante, una de las teorías que no pude evitar hacerme sobre la conclusión del relato, y que se mantuvo en vilo hasta la última escena, me gustó un poco más que la versión de Nachob, y se la incluyo aquí en cursiva. Abstenerse los que aún tengan por leer esta historia o los que no amen los what-if apócrifos.





Me mantuviste engañado durante toda la narración, sólo cuando aparece la foto de la niña me di cuenta de que tenía que ser el padre y del cambio temporal. Hasta entonces, la ilusión de que la escena del policía era un flashback se mantuvo firmemente en mi cabeza.
No obstante, nunca imaginé que se trataba de un policía. Dejas claro desde el principio que no se trata de una persona normal.
Es más, yo me había imaginado que se trataba de un burócrata del Infierno, que se encargaba de iniciar el proceso administrativo para la condena de su alma y su tormento eterno, y que los policías no iban a encontrar rastros de lo que el psicópata había hecho, más al contrario, una de esas casualidades del destino lo iba a condenar al anonimato más absoluto.
La frase "El Demonio mismo debería leerlo" le dio alas a mi idea.





CONTINUARÁ...

1 comentario:

Nachob dijo...

Hombre, si llego a saber que te pongo en un compromiso... XD

Primero darte las gracias, hombre de honor ;), sobre todo por tu sinceridad, que es lo que hace brillar las reseñas

Y luego comentarte que lo bueno de que estas te las hagan compañeros de letras es que dan para muchas tertulias y cervezas, que confio en que lleguen :)

Mientras tanto, quedo mudo y expectante :P

Pd: gracias por introducir los comentarios en el blog, un detalle