martes, 23 de diciembre de 2008
El Intercambio y Pesadilla Antes de Navidad
Pesadilla Antes de Navidad 3D
La película de Henry Selick apenas necesita presentación. Basándose en un poema del rarísimo Tim Burton (aunque su rareza ya nos sea familiar), y con la música del más tenebroso Danny Elfman, este musical animado mediante Stop-Motion es ya un clásico del cine.
Su historia es mucho más compleja de lo que los cuentos clásicos infantiles suelen ser, ahondando mejor que ninguna película con este público objetivo en la búsqueda de la propia identidad, en la desazón de la rutina, en el terror a la soledad. El triste canto de Jack nos conmueve, y nos da una dimensión de este personaje, agobiado por una fama que no busca, solo en su trono, deprimido por sentir que no va a ninguna parte, que su vida es un círculo eterno de Halloween tras Halloween. Por otra parte, Sally es un personaje encantador, desde su naturaleza como muñeca de trapo llena de hojas secas, hasta su amor inconfeso por Jack, y su inseguridad, siendo una adolescente eterna. Pero eso sólo son los protagonistas, y si algo destaca en esta película son los secundarios. Porque todos tienen su momento, todos tienen su frase, todos tienen su carácter y su escena. Desde las brujas de horribles narices, los cuatro vampiros protegidos del sol por sus paraguas, el hombre lobo, el payaso tenebroso, el demonio, el alcalde (¡Sólo soy un funcionario electo! ¡No puedo elegir por mí mismo!), los niños (la momia, la gárgola y el niño de ojos cosidos), el zombie pegajoso, la sirena de la laguna, el cuarteto de músicos ambulantes que se dedican a tocar las canciones de los personajes... Y más relevantes, el científico loco de cerebro descapotable, tan inquietante y oscuro, y a la vez tan carismático; los tres niños cabrones, que tienen que caerte bien aunque sean unos joputas de cuidado; y Oogie Boogie, el que podría considerarse "malo oficial", con su afición por el juego y los bichos.
Las canciones son un acierto, aunque a veces la traducción española quede un poco corta, otras veces clava la rima y la idea. Son pegadizas (DEMASIADO pegadizas), y acompañan unas imágenes fabulosas. Porque el nivel de detalle que Selick imprime a sus películas llega a ser obsesivo. Desde el más recóndito lugar de La Ciudad de Halloween hasta la montaña más alta de la Ciudad de la Navidad, todo el universo de esta película está tratado con un mimo compulsivo, dando vida a los personajes y a su escenario. Mi escena favorita siempre ha sido la canción de Oogie Boogie, tan llena de detalles brillantes, con esos colores fluorescentes y los esqueletos cantarines, tiene una fuerza visual brutal.
No he dicho nada, aún, de la adaptación 3D. Bien, es que el verla de nuevo en el cine hace que toda la película vuelva a ti, de una forma tan intensa y maravilosa, tan llena de detalles, que la vuelves a apreciar como el primer día (o quizás más). Por su parte, el 3D y la remasterización no cambian un fotograma, pero lo cambian todo. No es el típico 3D buscado para que los personajes se coman al espectador, sino un 3D que le da varios planos a la película de profundidad, sólo en las escenas en las que esta es necesaria, y está llevado con un cuidado enorme. Pareciendo de repente que estamos ante un libro de recortes, los detalles que podrían haber pasado desapercibidos se hacen poderosos y brillantes, y el conjunto remozado gana en calidad. La canción de Oogie Boogie, la de Jack, la investigación de Jack sobre la Navidad... todo toma un nuevo cariz. Merece la pena, vamos.
Resumiendo, la mejor película en Stop-Motion rodada, ante la cuál "La Novia Cadáver" queda en un segundo plano discreto a pesar de las mejoras técnicas, y "James y el Melocotón Gigante" un poco limitada. Ante películas así, solo monstruos del cine de animación, como Ratatouille o Wall-e, pueden compararse; y por extensión, supera el plano de la animación para convertirse en una de las grandes películas, sin importar el medio o el género, de los últimos veinte años. A la espera de que Coraline se quede cerca de la altura de esta (que, por lo que se puede ver en los "Cómo se hizo" (que se pueden ver aquí: www.coraline.com ), tiene muchas posibilidades).
El Intercambio
La película de Clint Eastwood no me llamaba demasiado la atención al principio. El drama como telón de fondo, la angustia prometida, y el hecho de basarse en sucesos reales (que influye, y mucho, en este tipo de películas, y esta no es una excepción) eran argumentos más que suficientes como para provocarme un leve rechazo. Pero le di una oportunidad.
Al comienzo de la película ya se nos muestra el que es uno de los grandísimos placeres del film: la sugerente fotografía. Trasladados con gran maestría al tiempo escogido, con unos tonos apagados (casi blanco y negro al principio) en el que los colores puros brillan con una fuerza insuitada, en especial el rojo, dando al conjunto un carácter tenue y hermoso.
Aparece entonces Angelina Jolie, y no se puede decir mucho más de lo que se ha dicho de ella en cuanto a su belleza. La estética y la ropa hacen de la actriz una dama hermosa, que enamora con cada mirada. Además, su personaje destila una enorme fragilidad, un deseo casi constante de abrazarla y protegerla, tanto que cuando, en una escena particular, se nos muestra por fin la fuerte espalda que la actriz posee (y que hemos visto en tantas películas de acción) sorprende y contrasta brutalmente con la delicadeza que irradia. Es en esos hombro donde descansan el peso interpretativo y narrativo de la película, peso que sostienen sin ningún tipo de problema, llegando a conmover, inquietar y llenar de su misma ansiedad al espectador. El resto del elenco interpretativo está sobresaliente, igualmente. John Malkovich está sorprendentemente comedido, muy encajado en su papel. En cuanto al principal oponente interpretativo de la Jolie, Jeffrey Donovan, es un actor cuyos pequeños ojos le restan mucha expresividad, pero que compensa con una habilidad innata para las sonrisas irónicas, y que borda su trabajo. El guión es intenso y duro, mucho más intenso y duro de lo que puede parecer al principio, y esa misma introducción de la dureza, como un hachazo en un mundo de idílica fotografía, llega al interior del espectador tan profundamente que hasta el miedo del monstruo se contagia. Hay escenas brutales en el más amplio sentido de la palabra: tanto por la brutalidad mostrada, como la fuerza que exhalan, atravesando la pantalla e incidiendo en el espectador.
El plano negativo es anecdótico, pero existe. Por una parte, y debido a su carácter basado en hechos reales, tiene el mismo problema que todas las películas del estilo: la resolución de la película se atropella en una consecución de falsos finales, que afortunadamente es solventada por la importancia y la fuerza que cada una de estas cortas escenas tiene, y por un final bien escogido.
Y lo segundo, ya en un plano más personal, la escena de la "salvación milagrosa" está fuera de tono en una película tan dura y realista.
Definitivamente una grandiosa película gracias a una fotografía hermosa, un guión magnífico y una actriz que impresiona por su belleza y por su buen hacer.
miércoles, 17 de diciembre de 2008
NOTODOFILMFEST
http://www.notodofilmfest.com/index.php?corto=5172
Os recomiendo que visitéis la página, lo vierais, y si os gusta, os lo descargarais y lo comentaseis.
Un saludo.
domingo, 2 de noviembre de 2008
Tierras vírgenes de papel. Diario de Viaje 3
Gracias a los dioses, se ha salvado.
He tenido una cena distendida, con olor a tabaco y sabor a alcohol, sabor a cortejo de damas de alta alcurnia, y puertas abiertas.
Ahora el papel en blanco ataca los nervios a mi anfitrión, aquel que me lleva a sus hombros de un lugar a otro de este París que, con oro en sus rostro, tiene suciedad y porquería en sus entrañas.
Seguiremos informando.
lunes, 27 de octubre de 2008
Tierras vírgenes de papel. Diario de Viaje 2
Seguiré informando.
domingo, 26 de octubre de 2008
Tierras vírgenes de papel. Diario de viaje 1.
Soy hoy explorador que, sin más armas que mi experiencia en terrenos similares, se adentra desarmado en tierras cuya cartografía no conozco, vírgenes en lo que a mí respecta. No son desconocidos parajes en los que soy pionero, ni mucho menos. No es ese tipo de expedición en la que me embarco.
Más bien es el aterrizaje a un país desconocido, cuyo nombre apenas sabes pronunciar, y del que no tienes referencia ni siquiera de la extensión de sus fronteras. No conozco el idioma, ni las costumbres, ni los modos, ni las tradiciones.
Cuento, no obstante, con un billete de vuelta, una cláusula de fuga. No es muy valiente, ni propio de ningún aventurero, pero soy firme creyente de que los aventureros que pasan a la historia son aquellos que sobreviven para descubrir más cosas.
Puede que mi vida no parezca muy comprometida. Pero nunca se sabe.
La cuestión es esta. ¿Alguna vez os habéis enfrentado a lo Desconocido, lo habéis mirado a la cara, y, sin haber buscado algo de información al respecto, os habéis tirado de cabeza hacia ello? ¿Alguna vez os habéis comprado una entrada para una película de al que no habéis oído ni hablar, y os habéis sentado en la sala del cine sin saber qué ocurrirá?
Voy a empezar a leer un libro. Lo cuál podría no ser considerado tan emocionante como lo anterior predica. Para aquel que así opine, le recomiendo que lea otra cosa, y no este artículo.
El libro es un ejemplar antiguo, de piel blanca amarilleada y carnes ásperas con olor a desván. En su portada sólo puede leerse el título, en letras itálicas, grabadas en dorado. En el lomo, y en una franja de un azul intenso, el nombre del autor en mayúsculas. No tiene sinopsis, posiblemente por tratarse de uno de esos libros considerados "clásicos", de los que parece innecesario añadir el argumento, pues todo el mundo debe conocer. El editor parecía no haber previsto mi ignorancia.
Ya desvelo más datos. El autor sí que lo conozco, y he leído un par de relatos suyos, es Guy de Maupassant, nombre a conocer por todo auto-considerado gótico que, en cambio, nunca ha conseguido atraerme tanto como otros autores del género. La obra es "Bel Ami". Esas palabras, subrayadas por un asterisco, son lo único que sé de este libro. Jamás oí hablar de él (me declaro culpable de ignorancia) hasta verlo aparecer por casualidad en un acto de arqueología bibliotecaria. No he buscado información acerca de su argumento, ni siquiera tecleado su nombre en la wikipedia. No.^
¿Por qué estropear la diversión?
Es decir, me encuentro ante un libro que tan sólo me deja ver un nombre enigmático, incomprensible por ahora. Es un enigma en esta era de la información, una puerta a algo que me es completamente ajeno. ¿Cómo iba a pervertir, a mancillar ese regalo buscando su argumento, personajes, y opiniones por la red?
Hoy lo abriré por primera vez. Aspiraré su aroma a desván. Recorrerán mis ojos su tipografía anticuada. Y me sumergiré en el misterio que me he autoimpuesto. Puede que me decepcione, que me haga cerrar el libro en apenas veinte páginas (mi cláusula de rescate), y me dirija a lecturas más convencionales. Pero a pesar de eso, el mero hecho de la exploración inicial valdrá la pena.
Deseadme suerte.
Os contaré las novedades cuando surjan.
domingo, 5 de octubre de 2008
Plutón BRBnero
viernes, 15 de agosto de 2008
BATMAN: FILMOGRAFÍA
Pero en lugar de entrar a valorar cada film por separado, cosa que ya se ha hecho en extremo y por gente más hábil que yo, he decidido centrarme en diversos aspectos de la mitología del Detective, y estudiar las bondades y defectos de cada apartado. Incluyo la serie de animación de los 90, pues tiene mucho que decir también al respecto. Seis películas, tres directores, y una serie, suena la campana.
Gotham
Gogham City, la Ciudad Gótica, es un acierto argumental desde su base: una ciudad nueva, llena de posibilidades, hecha por y para el Caballero Oscuro. Cuando Batman habla de Gotham, no dice Gotham, dice "Mi ciudad", y lo dice sabiendo que esa ciudad lo ha hecho nacer, lo ha elegido como héroe, y que es lo que es gracias a cada uno de sus recovecos oscuros.
Para Tim Burton, Gotham es su ciudad ideal, así como Sleepy Hollow su pueblecito para las vacaciones. En las perturbadas manos del director, cada rascacielos tiene una gárgola colgando, la catedral es tan gargantuesca que araña las nubes, todo es exceso y tenebrosidad. Conceptual y visualmente, la Gotham de "Batman" y "Batman Vuelve" es simplemente majestuosa, ¿qué mejor ciudad para un hombre-murciélago que una donde puede ser una escultura más, oscura, en semipenumbra, bajo una luna herida?
Joel Schumacher, como veremos en los demás aspectos, toma como modelo principal la serie de acción real. Así, los delirios pop inundan cada aspecto de su ciudad. Hay colosos sosteniendo todo lo que se puede sostener (desde el Telescopio hasta la carpa del circo), estatuas imposibles sostienen las autovías, cada fachada demuestra la grandiosidad de la antigua Grecia. Las luces y el espectáculo al poder, degeneran el alma de Gotham City, y la convierten en Baroque City.
Cuando Christopher Nolan coge la idea de Batman le da una vuelta de tuerca. El personaje se vuelve una persona real en un mundo real. Cuando se observa Gotham desde las alturas, puedes creer que es Gotham, Nueva York o Tokio. Shangai se vuelve indistinguible del hogar del murciélago. Ya no es su ciudad, es la ciudad de Wayne, el multimillonario, y de Gordon, el comisario. Un lugar con personas reales, con problemas reales y vidas reales.
La serie de animación, ya en su oppenning, da una clara muestra de lo que quiere para Gotham. Vuelven a ser los años 50, en los carteles las letras se afilan, los edificios se alzan apenas esbozados bajo la luna, y la elegancia inunda las calles. Es el punto de equilibrio entre el tenebroso mundo Burtoniano y el posterior realismo de Nolan.
GANA: Pues ninguna, fíjese usted. Esto es una decisión personalísima. Aquellos más aficionados al aspecto más oscuro y recargado del personaje preferirán a Burton, los que tiendan a una visión más cercana a la realidad se decantarán por Nolan, los fans de la serie de acción real podrían apostar por Schumacher. Aunque si hubiera que elegir una, por su sencillez y su espíritu, y por cohesionar todas las posturas sin saberlo, la de la serie de animación.
Jim Gordon, comisario de Gotham
Siempre fiel a Batman, su mayor aliado contra el crimen, y el único contacto que tiene con lo que ocurre en la ciudad. Es la colaboración de la policía, la unión entre lo oficial y lo extraoficial. Una bisagra fundamental para Batman.
Burton y Shumacher pasan de puntillas por el personaje. No es importante para sus tramas, no marca ninguna diferencia, es un secundario más con un nombre más bien olvidable.
En cambio, Nolan cuenta la historia de Gordon, mejor incluso que la del propio Batman. Es el verdadero héroe de Gotham, uno de los pocos policías que no está corrupto, uno de los pocos hombres buenos, y que quiere mantenerse bueno. En su saga, podemos ver su ascenso, lo que pierde por culpa de su integridad, cómo paga el precio de no ser parte del problema, y convertirse en la solución.
La serie de animación, por su parte, comenzaba con el comisario ya aposentado en el cargo, pero su importancia, variable entre capítulos, nunca era despereciable. En ocasiones era objeto de asalto por parte del mal, en ocasiones era lo único que salvaba Gotham. Sus tribulaciones apenas quedaban marcadas, pero era lógico teniendo en cuenta el público al que se dirigía la serie. Pero sí tenía un aura de solidez. Hacía saber que, de caer Batman, allí estaría para recogerlo.
GANA: Nolan. No hay ninguna duda, el comisario interpretado por Gary Oldman es el mejor de los expuestos en medios audiovisuales: es el más cercano al hombre de a pie, que es precisamente eso en los cómics: el hombre de a pie a la sombra del mito. Puja con fuerza, sin embargo, el anchísimo de hombros y canoso de la serie de animación.
Alfred
El otro punto de apoyo del señorito Bruce. La única persona que conoce el secreto, y sin la cuál estaría completamente perdido en el Mundo Real. Siempre aporta una nota cómica imprescindible para relajar la tensión del héroe sufridor, siempre está ahí con buenos consejos, y exigiendo prudencia.
Burton encuentra un tono intermedio ideal para el personaje. Es inglés, anciano, y con la trascendencia justa en la trama: la vida privada de Bruce. No aprueba lo que es Batman, ni lo deja de aprobar, tan sólo vela por la seguridad de su protegido.
A pesar de ser el mismo actor, conforme avanza la saga el personaje se caricaturiza, a la vez que el conjunto. El mayordomo siempre correcto e insolente se transforma en un punto más para extraer chistes fáciles y tensiones aún más fáciles. Se desdibuja, y su trabajo anterior se pierde totalmente.
Nolan cambia de actor, y escoge a Michael Caine. Y Michael Caine está estupendo en casi todo lo que hace (no digo todo por falta de datos, porque hasta ahora no lo he visto fallar). Es irónico, paternalista, y correcto. Le suelta las verdades que tiene que soltarle a la cara a Batman. Quizás se deprecie su papel en favor del de Lucius Fox: dos Alfreds con dos grandísimos actores, dándole el caché que necesita este personaje.
En la serie de animación se ve rejuvenecido, y pasado por el lápiz amerimanga que impregna todos los diseños, siendo su papel tan bien representado como la mayoría en dicha serie.
GANA: Más bien pierde, y pierde el veterano Michael Gough por la caída en desgracia de un papel que había hecho suyo.
La chica
Como Hollywood es Hollywood, y a pesar de que al murciélago sólo se le han conocido dos mujeres realmente importantes en el plano sentimental (Selina Kyle y la hija de Rhas al-Gûl), el cine ha decidido emparejar al Detective con numerosas féminas, dando así un leit-motiv amoroso al asunto.
Kim Basinger: El objeto de deseo más buscado de los 90, con su rostro nórdico, su cabellera dorada y sus proporciones espigadas semi-divinas, fue la primera seleccionada para alterar la sangre fría del murciélago. Como periodista encajaba perfectamente en el guión de cine negro-fantástico de Batman: investigaba la misteriosa figura oscura que recorría Gotham, era un enigma al que seguir la pista, y al final lograba descubrirlo y hacerse con él. Como casi siempre en estas películas, el triángulo falso se establecía (alter-ego-superhéroe-chica), haciendo que la aparentemente difícil elección al final fuera sencilla de tomar, con ascenso a la catedral y momento damisela en apuros incluido.
Michell Pfeiffer: Los ojos felinos y el rostro duro y poderoso de la actriz presagiaban lo que sería el culmen de la sensualidad super-heroica, imbatible hasta ahora. No necesitaba ir por ahí en bikini (aprended, Halle Berry y Jennifer Garner), sino embutida en un traje de cuero negro cosido por ella misma, haciendo un contraste eterno con su tez pálida. Para rizar el rizo, y como es lógico según el mecanismo del Argumento Base, en esta película se establecía un cuadrado extraño: Batman y Catwoman eran enemigos, pero en su enemistad se enraizaba una atracción mutua; por otro lado, Selina y Bruce estaban comenzando a "aproximar posturas" con el problema de sus alter-egos fastidiando con su secreto la relación. Es la que decide sacarse a sí misma de los apuros, y ya de paso pegarle en los testículos al malvado de turno.
Nicole Kidman: La actual dama rubia, la ex-esposa de Tom Cruise, antes de hacerse por completo un sitio como sex-symbol se erigió como psicóloga dispuesta a desentrañar los intrincados recovecos de la torturada mente de Batman. En su papel instilaba inteligencia en un personaje que parecía capaz de arrojar luz en la mente torturada del murciélago. Desgraciadamente, acabó en el cliffhanger clásico de la dama en apuros, ni siquiera poético.
Uma Thurman: Siguiendo la estela de Burton, la segunda película de Schumacher debía mostrar una supervillana (eso si no consideramos a Cat-Woman como un agente del caos e interés propio), y escogieron a Poison Yve. Dependiendo del guionista, este personaje ha rozado desde la tristeza y el desgarrador dolor de la incomprensión hasta la más burda de las seducciones feromónicas, escogiéndose esta última para su versión fílmica. Una mujer atractiva como Uma cae víctima de crímenes contra la humanidad, la estética y la feminidad a través del vestuario y maquillaje, convertida en una especie de Drag Queen vegetal sin estilo ni atractivo alguno.
Katie Holmes: En su búsqueda de una estabilidad y un desarrollo personal, Nolan se sacó de la manga una antigua amiga de la infancia del multimillonario, capaz de derretir su corazón con la nostalgia y de buscar en él al hombre que fue, el corazón del héroe, para que su venganza se convirtiese en justicia. Buenos propósitos, como los que enlosan el camino al Infierno: la actriz escogida no pasa de "sosita", y su personaje, una criatura plana que no motiva sentimiento alguno.
Maggie Gyllenhall: Aquellos que conocimos a esta mujer a través de la perturbada, perturbadora, perversa y pervertidora "Secretary" no podemos dejar de reconocer que, sin ser una mujer especialmente guapa, si se le sabe sacar partido, de chica normalita pasa a "de gran interés". Además su interpretación suele ser encomiable, y de hecho su personaje gana enteros en sus manos, ya que le dota de una profundidad que su predecesora no era capaz de trasmitir. Desgraciadamente cae víctima del estilismo, y al comparar lo sugerente que se muestra en esa primera escena de la nombrada "Secretary" con su apariencia en El Caballero Oscuro hace pensar que alguien en el equipo tenía odios escondidos contra Maggie. Su final, desgraciadamente, no emociona.
GANA: Michelle Pfeiffer, la única que es capaz de ser una mujer de verdad, no una damiselilla en apuros, origen tras ese papel de millones de fantasías onanistas, y posiblemente uno de los personajes que más iconografía sensual ha producido en los años 90.
Bat-móvil
El coche que el Detective transforma para convertirlo en un arma en las calles, mucho antes de que nadie hablase de "tunning". En los cómics su imagen ha sufrido cambios radicales casi en cada momento. Las películas también han optado por rediseñar este aparato.
Batman y Batman Vuelve nos muestran mi Bat-móvil favorito. Lo digo sin tapujos, aquí no puedo ser objetivo (y mira que hasta ahora lo había sido). Su línea ondulada, sus faros afilados, su diseño elegante, su pretenciosidad como deportivo, su aire retro, su cabina llena de botones de colorines brillantes. Es simplemente una imagen mítica, que aún hoy me emociona. Un aparato que no es realmente un coche, es un nuevo tipo de vehículo por sí solo.
En Batman: Forever, al igual que el resto del diseño de producción, el vehículo se vuelve más brillante. Franjas de neones azules arañaban sus laterales, y una aleta dorsal sin sentido cortaba el aire. A pesar de todo, seguía manteniendo el tipo: las luces permitían en cierto modo resaltar las sombras, y en el ambiente pop que rodeaba la película, era una nota un punto más sobria. Desgraciadamente, a la llegada de Batman y Robin la cosa se tuerce. El diseño, a imitación del de la serie de acción real, añade una absurda luz de policía, y le acompañan otros bat-cachibaches como el bat-deslizador-para-la-nieve, más diseñados para la venta de muñecos que para poder ser expuestos en pantalla.
Nolan, siguiendo su intención hiperrealista, directamente bebe de la obra de Miller y le da a Batman un tanque con ruedas enormes. Excepto detalles puntuales (el cómo la moto emerge de dos de las ruedas), no tiene ningún tipo de misterio, no es algo novedoso, es simplemente un armatoste militar corriendo por una ciudad. El hiperrealismo al poder: la gente no se sorprende al verlo, simplemente intenta cargárselo; nadie lo llama "Bat-móvil", porque más que eso es un armatoste aparatoso y funcional, sin nada que pueda identificarlo.
En la serie de animación optan por un diseño sencillo, deportivo, sin demasiados alardes pero muy elegante a fin de cuentas, que encaja bien con el resto del diseño gráfico. No apasiona, pero es fácil acostumbrarse a él.
GANA: Si el artículo lo escribiese otro... pero no lo hace. Así que el "Bat-móvil" de Burton.
Villanos
Llega un tema que muchas disputas puede producir, por la aparición del mismo supervillano en dos vertientes distintas. Analizaremos, por tanto, aquellos que no se repiten, y dejaremos a los dos que sí al final, pues merecen su propio epígrafe (no incluyo aquí la serie de animación porque podía eternizarse, aún más, el artículo):
El Pingüino: Este personaje en origen tenía un interés limitado. Un hombrecillo con redes mafiosas a su servicio, y que gustaba de la etiqueta y el frac, recibiendo un nombre pintoresco que resalta su oposición a Batman: el murciélago es el único mamífero volador, el pingüino una de las pocas aves incapaces de volar. Pequeño, gordito, y armado con innumerables paragüas alterados, no es de una profundidad demasiado importante. Burton, siguiendo su manía de los monstruos infantiles y de los padres que odian a sus hijos (como "La Melancólica Muerte de Chico Ostra", si Freud llega a conocer a Burton...), se nos presenta una perversión del Libro de la Selva con un muchachote feo y repugnante en su deformidad, de manos palmeadas y nariz prominente, que es repudiado por sus padres y se cría en el odio hacia la especie humana. Convencido por el verdadero villano de la cinta, Christopher Walken, para erigirse candidato a la presidencia, usando su historia conmovedora como arma política, acabará decidiendo destruirlo todo. La actuación de DeVito es impresionante, la caracterización de ensueño, pero el desarrollo se queda un poco corto. Mención aparte lo absurdo de que sus compinches sean personajes de circo: Burton tenía mono de circenses malvados tras haberle dado al Jóker una pandilla de mafiosos.
Catwoman: Todo lo dicho sobre Pfeiffer más arriba, y más. Es sensual, felina, provoca deseo a cada paso, y tiene fuerza como para ponerse al lado de Batman y salir victoriosa. Su aparición al final de la película hacía desear su reaparición en posteriores, lástima del cambio de dirección.
Enigma: En muchas ocasiones, y debido a lo parecidos que pueden llegar a ser, Enigma y Jóker se han visto superpuestos ligeramente. Pero es importante diferenciarlos, cosa que Jim Carrey no es capaz de hacer. Al darle al humorista el papel de Enigma, y especialmente (tras ver películas serias de él me doy cuenta de que tuvo que ser así) al decirle que se comportara "como Jim Carrey", le quita todo lo que pudiera tener al personaje. De ser un hombrecillo inteligente, de lenguaje críptico y con homicidas intenciones, pasa a convertirse en un payaso sin sentido, vestido como un payaso sin sentido, y comportándose como un payaso sin sentido. Su plan para conseguir todos los secretos de Gotham era, sencillamente, ridículo.
Mr Freeze: Arnold no es un gran actor, su especialidad estriba en mostrar músculos, empuñar armas enormes y poner cara de "estoy descomprimiéndome porque estoy en Marte sin oxígeno". Por supuesto, si hablamos de un científico no imaginamos a Arnold (excepto en "Los gemelos golpean dos veces", que no debería ser una refernecia para una película de Batman). Así pues el mismo concepto alterado de personaje es el que le resta cualquier credibilidad desde el principio, pasando por sus esbirros en trajes de pieles hasta su escondrijo helado (de nuevo, y como de costumbre en Schumacher, referencias claras a la serie pop). ¿Por qué lleva consigo a todas partes el remedio de la enfermedad de su esposa pero en estadíos precoces? Eso nunca lo sabremos.
Poison Yve: Como ya dije antes, en lugar de estudiar la torturada mente mitad planta mitad persona de Pamela, los guionistas se tiraron al río con su capacidad seductora feromónica. Sin interés alguno, sin gracia y sin más papel que lucir el palmito y plantarse (literalmente) otra guarida de supervillano, aún más excesiva que la de Mr Freeze.
Perdición: Tan sólo mencionar lo patético que resulta cuando pierde la droga que le está embruteciendo para quedarse delgadito. Referencia clara para el Dr Jeckyll de Van Helsing.
El Espantapájaros: Secundario habitual, aquí también ejerce de secundario, y es una de las decisiones acertadas de Nolan. No tiene fuerza para convertirse en el villano principal, ya que Batman tan sólo necesita una máscara de gas para vencerle (habitualmente). Bien establecido como personaje, bien usado, y bien representado su gas del miedo. En definitiva, un villano secundario más que correcto.
Rhas al-Gûl: Posiblemente lo esté escribiendo mal, pero bueno ^^. Muy interesante el personaje, no se explora su alquimia e inmortalidad en la película, cosa que podría haber dado mucho juego, ya que sin ella se transforma en un terrorista sofisticado. Bien inventada su relación con Batman, y su naturaleza es interesante, pero se merecía un trato mejor.
GANA: Cat-Woman. Pero como no se la puede considerar villana completamente, estaría entre el Pingüino y Rhas al-Gûl, ambos bien planteados de inicio, pero no lo suficientemente bien aprovechados.
Dos Caras
Antiguo fiscal del distrito de Gotham, transformado en una fuerza criminal tras un baño de ácido que separó su ya de por sí delicada personalidad en dos.
Tommy Lee Jones: Sufriendo el destino popero de sus compañeros bajo la dirección de Schumacher, a pesar del buen hacer de la caracterización el personaje se vuelve payaso e idiota, con su guarida dividida en dos y dos chicas guapas, una un ángel y otra un demonio. Mera comparsa sin gracia, fuente de chistes malos, y con una capacidad limitada para la amenaza, harta pronto.
Aaron Eackhart: Habiendo aparecido primero el hombre y luego el monstruo, Nolan nos da un Dos Caras genial, fantástico y perfecto. La historia de El Caballero Oscuro es la suya, narra su caída en el infierno, y en esa caída lo acompañamos. El simbolismo de su moneda de dos caras queda totalmente justificado, sus actos no son ilógico crimen, sino venganza controlada. Sigue en él el hombre bueno que era, el que no mataría a nadie nunca; pero la maldad lo ha transformado en el monstruo que es ahora, el que no duda en apretar el gatillo. Su constante dicotomía bien planteada a través del conflicto, de la interpretación y del desarrollo. El maquillaje/ordenador es perfecto, por otro lado, y la escena en la que aparece por primera vez, mi favorita del filme.
El personaje de animación, tras haber sido presentado en numerosos capítulos, sufre su destino de la forma más adecuada, y su transformación es lógica y está bien llevada. El aspecto gráfico, con su traje blanco-negro y su rostro azul, refleja bien al personaje. Pero posteriormente se suma a la fila de supervillanos como "uno más", sin que su pasado como fiscal quede, en muchas ocasiones, plasmado de ninguna manera.
GANA: Claramente Aaron Eackhart.
El Jóker
La Némesis primera y última de Batman, el perfecto opuesto para el adusto Detective: la sonrisa eterna ante la broma de la vida. Dos actores geniales han hecho interpretaciones geniales desde perspectivas opuestas y ambas totalmente válidas. Las analizaré, pero no me quedo con ninguna: me quedo con ambas.
Jack Nicholson: Lo que Jack le da al personaje no se lo da Heath, y viceversa. Excepto en el hecho de que son psicópatas con rostro de payaso, nada hay en común entre ellos. Tim Burton decide explicar el origen del Jóker (usando una de las versiones más aceptadas) en favor del espíritu de Batman. Hablaré de eso más tarde. Lo que destaca del Jóker de Burton es la iconografía y la felicidad psicótica que posee: es un asesino, un cabronazo, y le encanta, disfruta con ello, y se le nota. Cada chiste, cada artículo de broma transformado en una trampa, el gas de la risa mortal, la electrocución con el timbre de la mano, la caja de sorpresas con un ramo muerto, el tunear todos los cuadros del museo, "Soy el mejor artista homicida que existe", lo que le hace a la chica, "Tengo pinta de estar bromeando". Es un mito vivo, que corretea por Gotham, con su pistola de cañón imposible y su ropa morada a juego, que baila con la foto de Kim y se ríe de sus propias bromas junto al cadáver requemado. Es diversión pura y asesina. Su plan es de una maldad divertidísima: cargarse a la mayoría de los ciudadanos de Gotham por culpa de su propia codicia.
Heath Ledger: La naturaleza de las películas de Nolan nos trae un personaje diametralmente opuesto, un ser real, un psicópata sin sentido. Comparten la psicopatía: matan por placer, pero donde Jack encuentra arte, Heath añade juego y sociología. Nolan, en detrimento de Batman, decide no explicar realmente el origen del Jóker, y eso hace que gane muchos enteros: no tiene por qué tener sentido ni origen, es, como se auto-describe, un agente del caos. Juega con la mente de los que le rodean gracias a una inteligencia perturbada y desquiciada, y aprovecha la sorpresa para dar sus golpes. Su mejor escena, sin duda, aquella en la que está vestido de enfermera, porque es ahí más que en ningún otro momento de la película cuando demuestra la naturaleza intrínseca del Jóker: la burla constante a las convenciones establecidas. Añade un grado de amenaza en cuanto a sus planes que Burton no consigue, pero pierde iconografía y diversión. Su plan no queda claro en ningún momento, porque parece no tener más objetivo que dar por saco, y lo consigue.
La serie de animación, por su parte, también tiene mucho que decir. Y es que nos ofrece una mezcla sutil entre ambas posturas, suavizada, claro. Sigue siendo el cabrón divertido rodeado de objetos de feria y de broma, pero por otro lado se demuestra psicótico, de emoicones lábiles, y deliciosamente malévolo.
GANAN TODOS
Bruce Wayne
El Hombre bajo la máscara, el rico playboy que prefiere ir de juerga a tener participaciones en su empresa. Muchos actores lo han encarnado.
Michael Keaton: El primero, con su imagen seria de encantador despistado, que oculta tras su fachada azorada al justiciero de negras alas. Cumple con su papel, sin destacar en ningún momento.
Val Kilmer: Recogiendo el testigo de Keaton, es incapaz de dar profundidad a su Wayne, que se hace pronto olvidable, devorado entre las payasadas de Jones y Carry, las bravuconadas de O´Donnell y los intríngulis inteligentes de la Kidman.
George Clooney: Mira la parte humorística del personaje, se queda con ella, y tira lo demás a la basura. No se esfuerza mucho en el proyecto: no parezca que crea en él. Bien, nosotros tampoco.
Christian Bale: Llegamos al mejor Wayne. Sin duda. En manos de Nolan y en el cuerpo del pedazo de actor que es Bale se nos muestra con una maestría genial la tortura interior del deseo de venganza, la huída hacia adelante, la justicia en sus ojos. Es el hombre que está dividido entre el murciélago y el humano, la persona que ha decidido erigirse como defensor de su ciudad.
El Wayne animado, con sus ojillos puntiformes y su mandíbula cuadrada, era un personaje bastante bien llevado, con algún momento mejor, pero siempre a la sombra del murciélago.
GANA: Christian Bale, sin duda.
Batman
La pregunta que se hace durante la saga, numerosas veces, es: ¿Quién es Batman?
No es la pregunta correcta.
La pregunta correcta es: ¿Qué es Batman?
Dependiendo de la respuesta, podremos escoger como Batman un personaje u otro entre los tres extremos.
En un extremo está la respuesta: "Bruce Wayne disfrazado para combatir el crimen". En otro "Un superhéroe con cientos de gadgets". El tercero, "Una leyenda que se cuentan los criminales entre sí para darse miedo".
Sólo una de las respuestas es puramente encasillable en una de las vertientes del personaje: la segunda. Schumacher toma a Batman y lo convierte en un espectáculo de acción superheroica, con mil artilugios brillantes con el logotipo del murciélago, siguiendo la estela del cinturón multiusos de la serie de televisión, y llenando de merchandising las tiendas. ¿Que Batman necesita descongelar el telescopio? Pues saca su Bat-Plaquita-Calorífica-Descongeladora-De-Personas-Y-Gente. Y como eso, todo.
Las otras dos respuestas son más discutibles. Mucha gente que conozco diría que la primera, yo digo la tercera, y son válidas. Por eso prefiero las películas en las que la tercera predomina, aunque, repito, no es una división pura.
Como decía, Burton cuenta el origen del Jóker en favor del de Batman, y Nolan lo hacía al revés. ¿Por qué decía yo eso? Bien, analizaré al personaje de Batman en ambas líneas.
Nolan decide explicar desde el principio el origen del personaje. Hace un recorrido genial por su psicología y su entrenamiento, llevándole al Tíbet, y explicando cada una de sus posteriores habilidades. En cada momento introduce las armas que va a utilizar, explicadas por Lucius como si de Q se tratara. Para Nolan Batman difiere de Bond en su mente torturada, no en sus métodos. Así, cada vez que Batman necesita un nuevo equipo, lo ha recibido de Lucius, cada nuevo gadget ha sido probado y experimentado. Vemos la génesis del personaje, conocemos la explicación de cada fenómeno. Así que cuando se disfraza, podemos ver perfectamente a Wayne tras la máscara: es él el protagonista, no Batman. Pero hay momentos, en los que Gordon se da la vuelta, y allí está; se apaga la luz, y aparece tras el Jóker; usa la oscuridad como amiga y compañera en una lucha más intelectual que física, venciendo a sus rivales antes de enfrentarse a ellos, en los que sí es el mito callejero, el que susurran los delincuentes. Y esa tendencia va en aumento conforme avanza la saga, con lo que la hipotética tercera parte promete traernos al verdadero Batman.
Ese camino que sigue Nolan es el opuesto al decidido por Burton, y eso hace de Batman (así, a secas) la película mítica que es. No conocemos al inicio los orígenes del murciélago. Sabemos de él lo que dos rateros se cuentan entre sí, que la mitad es mentira y la otra mitad también. ¿Existe de verdad? ¿O no? Y entonces aparece de entre la niebla, sin hacer ruido, con toda la presencia que le da el oscuro traje, y sin saber qué ni quién es. Más adelante las piezas se unirán, y se descubrirá que Bruce Wayne es Batman, y se mostrará el origen de su conflicto, pero con calma, con un conocimiento del espectáculo, de la magia teatral. Claro, una vez conocido al personaje, poco a poco se desmitifica, y ya en la segunda empezamos a entrever a Wayne bajo la máscara, y no es el mejor Wayne de todos, y pierde toda la fuerza que la oscuridad de Burton le había dado.
Hete aquí el conflicto, lo que hace que Batman me guste más que El Caballero Oscuro, pero haga presagiarme que la trilogía Nolaniana puede ser superior al conjunto Burtoniano: la evolución del hombre al mito o del mito al hombre.
GANA: Por ahora, Burton. En espera de que Nolan se siga pronunciando.
CONCLUSIONES FINALES
Tres ideas distintas de lo que debería ser el personaje, y que impregnan todo lo que le rodea en las seis películas. Hiperrealismo, fashion-pop o teatralidad oscura. Imposibilita de forma objetiva dar un juicio de cuál es mejor (¡la serie de televisión era un éxito! así que no deben faltar partidarios de Schumacher). Definitivamente, como en todo lo que rodea lo lúdico, es el gusto personal el que escoge.
Ahora, yo me pregunto ¿una película con estética Burtoniana, con Michelle Pfeiffer aún joven Catwoman, Heath Ledger de Jóker y Aaron Eackhart de DosCaras, el Wayne de Bale, el Gordon de Oldman, la música de Danny Elfman y los diseños para bat-cacharritos y trajes de Burton, con el oscurantismo y la teatralidad de este último pero la psicología de personajes de los Nolan; no sería acaso perfecta?
GANADOR ABSOLUTO: Aquel que sepa disfrutar de las virtudes de cada una de las versiónes.
El Caballero Oscuro
Los medios, la crítica y los fans la señalan como una de las grandes películas de la época. Ensalzan sus cualidades en guión, dirección y actuación. Y, sin lugar a dudas, son sobresalientes.
Y aún así me ha dejado frío.
Todo el mundo elogia la actuación de Heath Ledger, y yo no puedo más que quitarme el sombrero, pues se transforma completamente en el Jóker.
El resto de los actores cumple de forma sublime, en especial Aaron Eackhart en su caída al infierno.
Maggy Gyllenhall le da un cariz mucho más personal e interesante que Kathy Holmes, haciendo que un personaje secundario molesto se convierta en una baza para la película.
Christian Bale ES Bruce Wayne, cosa que ningún actor había conseguido.
Y como siempre, sobresalientes Michael Caine y Morgan Freeman.
El guión está cuidado al milímetro, mostrando la verdadera batalla en el corazón de los dos Caballeros de Gotham, los límites que se imponen, el por qué se los imponen, y el por qué deciden si cruzarlos o no. El Jóker es el agente del caos que publicita ser, y aunque sus planes recuerden a gran escala a otros psicópatas (Seven y Saw están ahí, pujando con fuerza), tiene su propia personalidad, que sí es la del Jóker. Los detalles cercanos a "El Largo Halloween" (cómic que sirve de base más importante a esta película) son de agradecer, y reconocibles por los fans.
Los efectos especiales, mención especial a la Otra Cara, son espectaculares y dan verosimilitud al conjunto.
Y no me emociona.
¿Acaso lo que yo veo como fallos, que otros ven como virtudes, me ciega a la hora de valorar la gran película que es? ¿Soy el único que piensa que humanizar a Batman y dar a Gotham realismo no es un acierto?
Para mí, sin la mitología que le rodea, Batman es simplemente un tío disfrazado de murciélago, tan ridículo como sus imitadores. Para Nolan, Batman se convierte en la cara emo de Tony Stark Sí, es cierto que el Wayne de Nolan tiene un trasfondo y una oscuridad, una profundidad de personaje, que ya quisiera para sí la película del Vengador dorado, pero al acercarlo tanto a la realidad, no ves la máscara, ves al hombre bajo la máscara.
Nolan ha hecho una gran película sobre Bruce Wayne, sobre Harvey Dent y sobre el Jóker, pero no es Batman el que aparece en la pantalla.
Cuando, en Watchmen, Roscharch habla con el psiquiatra, le dice que al principio no era Roscharch, era un tío disfrazado de Roscharch. Y ahí está el punto: que aunque apunte buenas maneras, el personaje que nos enseña esta nueva saga aún no es Batman. Y digo aún porque tengo la esperanza en el buen hacer de este director, y sé que es capaz de hacer salir al verdadero Batman, cosa que, si es que alguien ha conseguido hacerlo, ha sido Burton (y tan sólo en las notas iniciales de su primera película). Pero de eso quiero hablar largo y tendido en un artículo más elaborado acerca de la filmografía del personaje.
Así que ese es mi problema, a la hora de disfrutar la película: necesito que Batman produzca mitología, porque es lo que lo diferencia realmente de un tipo disfrazado de murciélago, no la gomaespuma. Y Nolan no me da esa mitología, me da un James Bond enmascarado.
Quizás en la próxima. Tengo fe en ello. Tengo fe en Nolan.
Pero aún no.
domingo, 1 de junio de 2008
Lolita
Sinopsis:
La novela trata la relación entre Humbert Humbert, un monstruo humano europeo y de buenos modales; y su objeto de pasión y perversión, una niña americana llamada Dolores Haze, para sus amigos, Lolita. Lo hace desde un punto de vista autoconfesional, de forma que Humbert, ante un imaginario tribunal (nosotros), se excusa, se explica, y nos cuenta su historia en primerísima persona, haciéndonos partícipes de sus deseos y tribulaciones, poniéndonos un poco de su lado, aunque no del todo. El corazón del Lobo Feroz, disecado por el propio lobo, y mostrado al cazador. No hay que engañarse, lo que se encuentra en ese corazón no justifica en ningún modo a Humbert, y nos demuestra que es un ser monstruoso, pero también (y aquí es donde radica la magia de la novela) nos hace cómplices en la sombra de su oscuridad, y nos descubrimos que, si bien el objeto es distinto, el sentimiento no difiere.
A partir de aquí se examina con mucho más detalle la novela, pudiendo revelarse detalles del argumento y la trama.
Estructura y personajes:
Esta novela, en dos actos, nos dispone dos situaciones completamente distintas: la primera, en la que el Mundo de Humbert pasa de un triste gris londinense a un rosado amanecer; y una segunda, caída al infierno del propio Humbert. El papel de Lolita en este viaje de ida y vuelta al cielo, y caída sin frenos al Abismo, es totalmente accidental e impersonal. Al contrario que Tadrio en “La Muerte en Venecia”, donde se revela como atento observador de las atenciones prestadas (y más claramente se observa esto en la magnífica película), Lolita es inocente (tanto como puede serlo una niña de doce años) y víctima de la perversión de Humbert.
No quiere decir esto que Lolita no participe en el juego de seducción, pero lo hace porque es una niña de doce años que está comenzando a tener curiosidad por el mundo de los adultos, no por ser una perversa devora-hombres en miniatura. La capacidad de seducción de Dolores Haze es poco más que la atención que despierta su rostro agraciado y su cuerpo incipiente, pero no posee armas reales (al menos al principio de la novela) que no sean más que la propia imaginación de Humbert.
Muy al contrario de lo que pudiera parecer, el personaje no despierta interés en sí, sino por lo que hace sentir a su amante maduro, ya que la pequeña Lo tiene comportamientos que van de lo anodino a lo arisco, reservando todo su encanto en su belleza física, que es, por encima de todo, lo que atrae al Humbert Feroz.
Por su parte, Humbert, el Ogro, tiene en sus hombros la responsabilidad de hacernos ver a Lolita a través de sus ojos obnubilados, de hacernos sentir lo que él siente con cada pestañeo y cada roce en la mejilla, y lo consigue con creces, haciendo que, si te has enamorado alguna vez, te identifiques con sus sentimientos, aunque seas incapaz de ver atractivo alguno en su objeto de deseo. Es el eterno esteta, que desea atrapar el Tiempo en sus pequeñas nínfulas para que no crezcan. Sabueso a la caza de la nínfula. Sus peticiones de comprensión no son desoídas, pero sí desestimadas, y sus explicaciones no lo justifican, pero sí lo hacen humano (tenebrosamente humano).
Otros personajes secundarios tienen poco valor en la trama, excepto la madre de Dolores, que se ve atrapada por las garras del desdichado cambio, en una madurez solitaria y desquiciante, constantemente compitiendo contra la pequeña Lo en la búsqueda de atención, y sintiendo en su corazón como aguijonazos las derrotas. Además, es la única que ve a Lolita como lo que es (quizás algo deformada por el odio a su juventud, pero con la clarividencia de la maternidad y la constante convivencia): una niña caprichosa, mimada e irritable, con un carácter voluble.
La trama se divide en dos partes bien diferenciadas, que se dividen en un clímax único, al final de la primera parte.
Primera Parte:
ADVERTENCIA: A partir de aquí la trama se detalla punto por punto.
El primer tramo de la novela nos muestra a Annabel, la primera amada y amante de un precoz Humbert, una nínfula y un fáunulo (en palabras del propio monstruo) que se conocen, se enamoran, y en un instante fugaz consiguen alcanzar su mutuo éxtasis, antes que el destino inmisericorde los separe para siempre. Cree ver, el Lobo, en esta primera relación las bases de su amor por las Caperucitas, por lo que él denomina nínfulas, una búsqueda constante de la apreciada Annabel. Pero confiesa que Lolita es distinta a Annabel, es su gran amor, y aunque se asiente en las bases de la otra, se eleva muy por encima en su panteón personal.
Tras una biografía de deprimente Europa, decadencia por doquier, prostitución constante, y una primera y desastrosa relación con una mujer madura, Humbert decide trasladarse a Estados Unidos, atraído por la hija de un primo lejano (atraído por carta, soñando que sea una nínfula).
Es importante ahora definir lo que Humbert llama “nínfula”, que no es un término biológico, sino estético, pero restringido por las maldades del Tiempo que se escurre por el reloj de arena. A saber, la nínfula debe ser mayor de diez años, y menor de catorce. Estas cifras son más bien arbitrarias, y dependen del concepto más nórdico de prepúber, pues una nínfula está atrapada en su crisálida: aún no ha alcanzado la pubertad, pero ya no es una niña (hay que tener en cuenta que la pubertad se retrasa, por norma general, en niñas propias de países de latitudes mayores, y se adelanta cuanto más se acerca al ecuador). Humbert no considera que todas las niñas de esa edad sean nínfulas, por cierto, sino un grupo muy escogido, que no llega a definir bien, pues en sus propias palabras hacen falta unos diez años de diferencia para distinguir a una nínfula, y hace falta ser un amante de nínfulas para encontrarlas, pero dándose estas condiciones (y cuanto más avance la edad, mejor), es sencillo hallarlas. Ante esta descripción parece que el término es reservado a tan solo un grupo reducido y escogido de personas, y eso nos quiere hacer creer en la primera toma de contacto, pero cuando observamos posteriormente que cada niña aparecida es una nínfula para él, encontrando grupos de catorce a quince de ellas en escuelas y parques, nos damos cuenta de lo banal que es realmente la palabra, tan sólo un término inventado para justificar su perversión, y ensalzar un objeto de deseo más vulgar de lo que el propio Humbert quisiera.
Flojea, entonces, la trama, introduciéndonos unos años vacíos de viajes vacíos, por un Humbert vacío que, en ese vacío, se ve libre de sus pasiones.
Como era de esperar, el momento más esperado de esta parte del libro es la aparición de Dolores, una casualidad (feliz para Humbert) que permite al Lobo vivir con Caperucita y su abuelita en la misma casa. La madre de Lolita, una señora viuda y entrada en años (y en carnes) alquila un cuarto al protagonista durante su visita a Estados Unidos, sin saber, sin imaginar, los deseos que despierta su propia hija al Ogro. Durante esta fase (la que más me ha gustado), Humbert sufre por conseguir las atenciones de Lo, la proximidad de la niña, y la busca con la desesperación del hombre enamorado. Todo está rodeado de un halo de aparente inocencia, hasta que comienza a planear y a maquinar el siguiente paso.
La primera de las aproximaciones culpables de Humbert es completamente fortuita, pero no por ello menos culpable. Un contacto que, aunque para la niña no tiene más entidad que la del juego habitual, para él conduce a un orgasmo fatal, el único completamente descrito en el libro, que, sin aludir en ningún modo a un lenguaje soez, transcribe con una realidad meridiana y una claridad oculta tras metáforas y adjetivos el éxtasis sexual. A partir de este momento toda justificación que pudiera haber tenido el Lobo desaparece, es el primer soplido, y la casa de paja ha caído por completo. Qué orejas más grandes tiene.
Humbert ha caído en ese instante en las garras del deseo, y el resto de la primera parte es un constante luchar contra las adversidades del destino, con tal de repetir la experiencia, pero deseando, para tal fin, que Lola no se dé cuenta de lo que ocurre. Pues Humbert, aún siendo monstruo, no desea que la pequeña Caperucita le quite el disfraz. Así que se decide amparar en somníferos para anular a madre e hija, y poder deleitarse en la noche. El Hombre del Saco ha dado la cara. Qué ojos más grandes tiene.
ADVERTENCIA, DESTRIPE DE PARTES FUNDAMENTALES.
Cuando la madre de Dolores plantea que la niña vaya a un campamento de verano, y más allá de eso, confiesa su absoluto y desgarrador amor hacia Humbert (cosa innecesaria, llevaba demostrando ese amor, y luchando contra los intentos infantiles de acercamiento de la pequeña Lo desde su aparición), se trastocan por completo los plantes de Humbert, que decide (y he aquí la monstruosidad de su decisión, ¡abran los ojos, madres solteras!) casarse con la madre de su pequeña nínfula, para poder estar más cerca de ella, y, más aún, aprovechar la oscuridad de la noche para acechar su habitación. El Lobo sopla de nuevo, la casa de madera cae. Qué manos más grandes tiene.
Tras una convivencia difícil para Humbert, la suerte le concede al Lobo lo que no era capaz de hacer en persona. No tiene que comerse a la abuelita, ya se encarga un coche descontrolado de que muera. Y así Humbert Humbert, el Ogro, se convierte en padrastro oficial de Dolores Haze.
Hasta este momento justo, toda ansia de Humbert ha sido puramente especulativa y platónica, ha tenido una vida imaginaria, no un carácter real. Pero sus sueños están a punto de hacerse físicos, parece que el Universo ha conspirado para entregar a Caperucita en las garras del Lobo. Pero no es estúpido, así que en lugar de quedarse en aquel vecindario, conocido por todos, lleno de oídos y ojos, secuestra a Lolita, y la arrastra del campamento de verano, ignorante, la niña, del destino de su madre. Esa noche trata de narcotizar a Lolita para conseguir sus terribles fines, descubriendo, desgraciadamente, que las pastillas con las que contaba no eran tan efectivas como él creía. La tortura se acrecenta, pasa la noche más dolorosamente bella de su vida, notando a Dolores a su lado, moviéndose, mientras él se descompone de anhelo, sin atreverse a satisfacerlo. Llega la mañana, y con ella el milagro: Lolita ha adquirido habilidades en aquel campamento que no venían especificadas en el folleto. El Lobo Feroz estaba cansado de soplar a la casa de ladrillo, pero no hizo falta entrar, pues a su encuentro fue Caperucita. Y que dientes más grandes tiene.
FIN DEL DESTRIPE
Toda esta parte está tratada con una sensibilidad que llega a asustar por la similitud de sentimientos. Nabokov nos traslada en unas pocas páginas a la mente de Humbert, y allí nos deja, sin billete de retorno, torturados por la misma tortura que él, fascinados por el horror de su palabra y su obra. Paradójicas sensaciones. Estas páginas atrapan por su oscura belleza (porque está escrito bellamente), y nos llevan junto a Humbert al clímax de la obra, que no es más que el propio clímax del monstruo. Y hasta ahora, Lolita no ha demostrado más que una naturaleza infantil y algo torpe, inocente.
Segunda Parte:
ADVERTENCIA: A partir de aquí la trama se detalla punto por punto.
La segunda parte supone la huida de los amantes, recorriendo aquel país, hasta hallar un nuevo sitio donde asentarse. Durante unos tres capítulos eternos, el nivel baja de manera increíble, convirtiéndose en una lista (odio las listas cuando leo) de lugares que recorren en su huida. A la novela no le sienta bien viajar. En todos esos capítulos, necesarios no obstante para poder comprender lo posterior de la obra (desgraciadamente) tan solo un par de notas de color nos hacen continuar leyendo. Aquí la relación pasa, de ser el idilio soñado por Humbert, a una realidad fría y decepcionante. Lolita, con el hartazgo de la juventud, en cuanto consigue las atenciones del Lobo, se dedica a ignorarlo de manera sistemática, siempre rodeada de hombres y muchachos debido a su atractivo físico. Mientras, Humbert sufre, pues comprende de una maldita vez quién y qué es Lolita, pero no por ese desencanto decide abandonarla, ni mucho menos. Y mientras, Lo solloza, todas las noches, todas las noches.
Al fin alcanzan una escuela de prestigio en un pueblecito interesante, y la novela vuelve a coger fuerza. Debe pisar fuerte, la historia, en un suelo estable para despegar todo lo posible. Tras una conversación con la directora del colegio (que merece ser tomada como ejemplo de lo que no debe ser un colegio), y la cercanía de un nuevo monstruo humano (amante de fáunulos, en este caso), comienza un periodo de paz relativa, en la que la pequeña Lolita utiliza de manera simple al idiotizado Humbert, llegando a usar el sexo como arma para conseguir sus propósitos, como es lógico pensar que podía ocurrir. Caperucita encuentra la escopeta, la coge con fuerza, y a través de ella el Lobo obedece.
Ocurre que, en su paranoia, Humbert descubre a alguien siguiéndolos, lo que provoca una febril huida que parece que no va a tener fin. Y en ese momento, Lolita desaparece. Llega tramo final, y quizás el más cuesta arriba, de la novela, una sucesión de horribles angustias que tiran de Humbert en todos los sentidos, que lo conducen de una parte a otra, escenificando el lenguaje de forma adecuada el caos que vive en su mente.
Cuando al fin encuentra a Lolita, casada, embarazada y dependiendo de un niñato sin oficio ni beneficio, en la más absoluta de las decadencias, el sueño se esfuma, la búsqueda de Caperucita ha terminado, y lo último que queda ya es ajusticiar al Cazador, que se la ha llevado, la ha arrancado de las tripas del Lobo, y luego la ha tirado como una muñeca rota. El final justifica, en parte, el haber leído este segundo acto de la historia.
FIN DEL DESTRIPE
Desmitificando a Lolita:
Es gracioso notar lo extendida que está la palabra "lolita" en el vocabulario sexual, siendo la definición un eco débil del personaje que la motiva. En cierta entrevista, cierta actriz aseguraba que tenía fenotipo de lolita: caderas anchas y pechos pequeños. Cuando una adolescente se viste de colegiala añadiendo oscuridades y transgresiones a su hábito, se autodenomina goth-lolita. En cierto modo, la fantasía de la colegiala, arraigada también en el influyente Japón y exportada a través del manga, se ha apropiado del término "lolita" sin haberse molestado en leer la novela.
Dolores Haze, como niña americana de 12 años y constitución propia de animadora de telefilme, es espigada y de miembros gráciles y delgados. Como cualquier niña, sueña con un actor famoso, fantasea, se divierte con sus amigas, y ve el mundo de los adultos con anhelo sin mucha información certera sobre qué es el sexo. Para que Lolita aprenda a usar el sexo para manipular al adulto Humbert es necesario que él le demuestre lo sencillo de manipular que es: es el Lobo quien el da armas a Caperucita para manejarlo a su antojo. No tiene la picardía natural que se le atribuye, sino que la adquiere en un aprendizaje sencillo. Para más información, es caprichosa y mimada, voluble, y con una capacidad olímpica para el aburrimiento.
Estas características, propias de su edad, y tan bien reflejadas en la novela, chocan de frente con el concepto que intenta representar la "lolita" actual; esto es: una bomba sexual picante que utiliza de forma consciente su inocencia como fuente de excitación e incitación. Es una adulta jugando a ser niña, sabiendo perfectamente qué está haciendo. El chantaje más complejo al que llega Lolita es un "si no me aumentas la paga, esta noche no haremos "eso"". Nada de chupachups, faldas misteriosamente recogidas, paseos sensuales o sentarse en las rodillas.
Lo que se desprende de la novela es que el que una mujer adulta (o una adolescente mínimamente madura) quiera adjudicarse la palabra "lolita" como definición es, sobre todo, triste, ya que el personaje es de una vulgaridad natural tan alta que está falto de encanto para cualquier persona mínimamente racional, y el único que puede hallar en ella un objeto de deseo insoportable de lo intenso es el monstruo Humbert.
Grito al vacío, y ni eco hay. El mundo no va a cambiar su forma de hablar por las palabras que estén aquí escritas, ni mucho menos. Pero que nadie se lleve a engaño: el único atractivo que hay en Dolores Haze es lo que siente Humbert hacia ella; que nadie pretenda parecer más interesante llevando su nombre como bandera, porque sin duda hay muchas mujeres más interesantes que Lolita (vayan o no vestidas de colegialas).