Hay ocasiones en las que un libro parece que te mire desde su estante, como intentando que lo cojas entre tus manos, como si supiera de algún modo que estais predestinados a estar juntos. Si ese libro tiene unos ojos en su portada, la sensación se acentúa, lógicamente.
Allí estaba yo, absorvido por aquella mirada sepia, demasiado parecida a la de la portada de "El Psicoanalista", hasta que conseguí ver de qué se trataba, y entonces el libro se vino conmigo. No me dejó otra opción.
Argumento: David acaba de cumplir 12 años, y se dirige a un lugar situado en mitad de un ardiente desierto junto a su madre. Pues ella ha aceptado un trabajo como macabra enfermera, cuidadora de una ciudad llena de muertos vivientes.
Serge Brussolo, un autor que no había conocido antes (y al parecer tiene varios libros de literatura juvenil publicados) ha conseguido darle la vuelta al género de los zombies, al igual que lo hiciera Richard Matheson con su "Soy Leyenda", para mostrar el otro punto de vista. Y lo consigue.
En algún momento se descubre uno de los grandes fraudes del gobierno norteamericano: han conseguido (utilizando ciertas técnicas de conservación de cadáveres y un método que no llegan a aclarar) resucitar a los muertos, con lo cual muchos presidentes y actores han seguido con sus puestos mucho después de los que les tocara.
Al descubrirse, se exige la democratización del proceso. Y allá se marchan las empresas, a resucitar a los muertos, con sólo dos condiciones: pagar una buena pasta, y que el muerto sea estéticamente agradable (nadie quiere ver andando zombies sacados de una película de George A. Romero, al menos no fuera del cine). Pero pronto los muertos resultan ser de lo más... inquietantes. Nacen grupos de derecha y extrema derecha dispuestos a su destrucción, alegando (cual niño sudamericano que ha sufrido una insolación y lo han puesto a telepredicar) lo antinatural y contradivino que es que los muertos anden.
La novela adolece de un par de errores (que no sé si son de traducción o de escritura, pero me decanto por lo primero) al principio, donde baila un poco la perspectiva entre la primera persona y la tercera persona, pero finalmente se acaba decantando por una tercera persona con punto de mira (gracias gente de Asshai.com) alternante entre Joyce (la madre de David) y el propio David.
La relación que establece David con los muertos es muy curiosa: por un lado existe una fascinación hacia los poderes ocultos de los muertos resucitados, hacia sus experiencias, y en cierto modo son muy amables con él, y acaba existiendo un gran cariño, sobre todo hacia Honest Cable. Pero por otro existe la lógica aprehensión que produce el estar rodeado por gente que ni siente ni padece (porque esa expresión tan castiza es la mejor definición de la actitud de los muertos), y que tienen ideas un tanto... inadecuadas.
Pronto entrarán los inevitables militares en la historia, tomando un papel tan ambiguo como los propios muertos, al menos al principio.
Sin querer revelar nada más sobre el argumento, puedo decir que el libro me ha resultado una gratísima sorpresa (haciéndome olvidar que he decidido no empezar Tormenta de Espadas a riesgo de no volver a comer, dormir ni respirar hasta terminar sus mil y pico páginas, maldito Martin), con un final magnífico, y una serie de imágenes que merecen una película bien hecha (que nunca se hará bien, lógicamente). El constante desasosiego justificaría encuadrarlo en un género de libros de Ansiedad, pues no es tanto Terror, Miedo o Thriller, sino malestar (agradable al saber que a ti no te está pasando) e incomodidad hasta el final, con buen regusto.
Y para terminar, hay una cosa curiosísima que me plantea un disfraz para Halloween: los muertos (a parte de estar más pálidos de lo normal, tener constantemente una sonrisa que baila entre lo obsequioso, lo amable y lo inquietantemente sarcástico, y decidir mirar el sol con los ojos muy abiertos), durante los primeros tiempos van señalados con unas chapitas de smileys blancos con un "¡Hola! ¡He vuelto!" ^^ Me encanta. Sospecho que si convenzo a suficiente gente, invadiremos las calles con nuestras chapitas blancas, nuestras caras blancas y nuestras sonrisas...
La sonrisa de los muertos...
viernes, 20 de julio de 2007
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1 comentario:
Pinta bien este libro. Me tomo nota ;)
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